Además, los y las estudiantes están condenadas al paro o la precariedad tras el fin de sus estudios. Estudios que se van degradando con el tiempo y, por tanto, no permiten que la juventud pueda aprovechar sus conocimientos y experiencias para evolucionar dentro de la sociedad.
Ante esto la comunidad educativa ha estado en lucha, incluyendo diferentes movilizaciones como la exitosa Huelga Educativa de octubre. Y ahí, en primera fila, ha estado el movimiento estudiantil exigiendo mayor democracia en las instituciones educativas, reclamando el “No a la LOMCE ” y su posterior insumisión, defendiendo al fin y a cabo una educación pública que no excluya ni a la clase trabajadora ni a las capas populares.
Por ello esta Huelga es imprescindible, una Huelga construida desde la base de cada centro educativo, desde la unidad y el trabajo colectivo. Porque pase lo que pase la lucha continúa. Como ya se reivindicó en las marchas del 22 de marzo, nuestra lucha es por la vida digna.